La orina normal no contiene bacterias (gérmenes), pero las bacterias se encuentran normalmente cubriendo toda la piel y además se encuentran en gran número en las materias fecales y en el ano.
En la mujer el orificio de la uretra está a pocos centímetros del ano por lo que las bacterias tienen más facilidad para penetrar en el aparato urinario, llegar a la vejiga y producir una infección e inflamación llamada cistitis (infección de la vejiga).
Si las bacterias suben hasta los riñones por los uréteres puede producirse una infección de los mismos llamada pielonefritis. La infección de los riñones es mucho menos frecuente pero más severa que la cistitis.
Cuando se produce una cistitis, el interior de la vejiga se vuelve rojo e irritado lo mismo que sucede con la garganta cuando usted tiene un constipado. La irritación de la vejiga puede causar dolor en el vientre y usted tendrá una necesidad urgente de ir a orinar, aunque solo pueda hacer unas pocas gotas que al salir le producen quemazón.
La orina puede tener un olor desagradable y en ocasiones notará que tiene sangre (hematuria). También puede tener escape de orina. La infección de los riñones (pielonefritis) produce dolor en la espalda y fiebre y si la infección no se trata rápidamente las bacterias pueden pasar a la sangre y causar una infección muy severa que puede ser mortal y que se llama sepsis. Para el control y tratamiento correcto de un paciente con sepsis se debe ingresar en una unidad de cuidados intensivos.
En los niños, los síntomas de infección puede que no sean tan claros como en los adultos y en ocasiones sólo se manifiestan por irritabilidad, pérdida de apetito, fiebre o solamente presentar un aspecto de enfermo. Ante cualquiera de los síntomas mencionados se debería consultar a su médico de cabecera quien si lo considera oportuno lo enviará a un urólogo.
El médico solicitará un análisis de orina (observación de la orina con un microscopio) para determinar la presencia de bacterias y/o pus. Se realizará además un cultivo de la orina que identificará la bacteria causante y ayudará al médico a elegir el antibiótico más correcto para el tratamiento.
La duración del tratamiento dependerá del tipo de infección y de la importancia de la misma. Si la infección es una cistitis muy probablemente con 2-3 días de tratamiento con antibióticos por boca serán suficientes, mientras que si se trata de una pielonefritis o prostatitis el paciente debe ser ingresado durante 2-3 días para administrar los antibióticos directamente en una vena y continuar luego de ser dado de alta con antibióticos por vía oral durante unas 3 semanas para asegurarnos que los gérmenes han sido eliminados del riñón (pielonefritis) o de la próstata (prostatitis).
Pese a la realización de un tratamiento correcto, la desaparición de todos los síntomas de infección puede tardar varios días. Es muy importante tomar los antibióticos durante el tiempo indicado por su médico y no suspenderlo en cuanto han desaparecido las molestias que tenía. Si las infecciones de orina se repiten frecuentemente (más de 2 por año) se debería realizar pruebas para diagnosticar enfermedades que favorezcan la aparición de complicaciones.
Los niños tienen un riesgo muy elevado de presentar daño en los riñones por las infecciones de orina, lo que puede llevar a un daño irreparable en la función del riñón que obligue a diálisis y trasplante de riñón. Las mujeres embarazadas son otro grupo que tiene mucho riesgo por el posible daño en los riñones de la madre y en la salud del bebé.
• NO retrasar la micción cuando tenga ganas de orinar.
• NO tenga prisas y tómese el tiempo necesario para vaciar completamente la vejiga.
• Beba abundantes líquidos todos los días.
• Acostúmbrese a ir a orinar después de haber realizado el acto sexual.
• Consulte a su médico ante la primera molestia que tenga al orinar.
Los síntomas de una infección urinaria pueden ser similares a los de otras enfermedades del aparato urinario. Si en el análisis de orina su médico no encuentra una infección debería consultar a un urólogo para que realice otras pruebas que sirvan para diagnosticar otras enfermedades.
Cualquier anormalidad del aparato urinario que obstruya el paso de la orina puede producir una infección de orina como por ejemplo una próstata grande o una piedra. Una causa frecuente de infección de orina es la presencia de sondas o catéteres. Aunque la sonda se coloque con las máximas precauciones, la infección ya aparece a los pocos días después.
Las personas con diabetes también tienen mayor riesgo de presentar una infección de orina. Lo mismo sucede con las personas ancianas o debilitadas ya que sus defensas están más bajas. Las infecciones de orina son poco frecuentes en niños y jóvenes. Las mujeres que utilizan diafragmas desarrollan más infecciones que las que utilizan otros métodos anticonceptivos.
La mayoría de las personas tienen síntomas, aunque en algunos casos no se observan. Los más comunes son: necesidad urgente de orinar, orinar muy seguido, dolor o quemazón al orinar, dolor o presión en el bajo vientre, orinar muy poco y quedar con ganas de seguir orinando, cansancio, decaimiento, orina turbia o rosada. Si hay fiebre se considera que es una infección de orina que compromete el riñón en las mujeres o el riñón o la próstata en los varones. Si hay infección del riñón (pielonefritis aguda) hay dolor en la espalda y a veces náuseas y vómitos.
1. Una complicación importante durante la intervención
2. Si la intervención no está procediendo como al cirujano tenía previsto que sucediera. Su cirujano comentará en detalle con usted los riesgos potenciales previamente a la cirugía.
El primer y más importante examen es un análisis de la orina para confirmar que hay glóbulos rojos, blancos y gérmenes. Además se realizará un cultivo de la orina para conocer si los gérmenes se multiplican y si responden a los antibióticos. Se realizará además una radiografía simple para ver si hay piedras y una ecografía de los riñones para diagnosticar dilataciones de los conductos (hidronefrosis).
Si hay dilatación seguramente su urólogo realizará una urografía endovenosa para identificar el sitio de la obstrucción. Otro examen que se puede realizar si se han repetido muchas infecciones de orina es una cistoscopia (pasar un tubo con una luz a la vejiga que permite mirar en su interior con una lente).
El tratamiento es con antibióticos durante 4-5 días si es una infección simple y de 2-3 semanas si la infección es del riñón (pielonefritis aguda) o de la próstata (prostatitis aguda). El cultivo de la orina identificará el germen causante de la infección y el antibiograma indicará cuál es el antibiótico más apropiado.
Es muy probable que las mujeres que han tenido más de 3 infecciones de orina, tengan más. De ellas, cuatro de cada cinco, presentarán otra infección en los próximos 18 meses y muchas la tendrán aún más a menudo.
Si una mujer tiene 3 o más infecciones en un año, debería consultar a un urólogo para que realice pruebas que intenten demostrar cuál es la causa que produce estas infecciones tan frecuentes. El urólogo solicitará un análisis de orina, una radiografía simple y una ecografía de los riñones y de la vejiga.
Si estas pruebas son normales probablemente solicite pruebas más complejas como mirar la vejiga por dentro con una lente y una luz (cistoscopia). Además solicitará un cultivo de la secreción vaginal con la intención de encontrar gérmenes almacenados en la vagina que no den manifestaciones genitales, pero que pueden subir a la vejiga y contaminar la orina. Si se encuentran gérmenes en la vagina se aplicarán óvulos de antibióticos directamente en la vagina y antibióticos por boca.
Antibióticos de acción sobre muchos gérmenes, a dosis bajas y durante varios meses (6 o más meses) una vez por noche (antes de acostarse). Una sola dosis de antibióticos cada vez que mantenga una relación sexual (dosis post-coital). Antibióticos durante 1-2 días cuando se presenten los síntomas.
Recomendaciones para que no aparezcan infecciones frecuentes:
– Beber mucho líquido durante todo el día.
– Orinar cuando se tenga necesidad.
– No retener la orina.
– Limpiarse de adelante hacia atrás al ir al baño para evitar que los microbios del ano lleguen hasta la uretra.
– Ducharse en vez de bañarse.
– Higienizarse los genitales antes de mantener relaciones sexuales.
– Evitar los sprays íntimos ya que pueden irritar la uretra.
La pielonefritis aguda es una infección del riñón generalmente producida por gérmenes que suben desde la vejiga. Es muy importante determinar si es una pielonefritis obstructiva ya que en este caso, no solo se deberán utilizar antibióticos, sino que para solucionarla se debe tratar la obstrucción colocando un catéter en el uréter o a través del riñón (nefrostomía percutánea).
La presencia de un obstáculo en el uréter, implica que por encima de él, se produzca una retención de la orina, con aumento de la presión, lo que favorecerá la entrada de los gérmenes en el riñón.
La mayoría de las veces la obstrucción es producida por una piedra en el uréter, pero también puede ser producida por causas menos frecuentes como tumores o compresiones externas. Si la obstrucción es aguda se produce un espasmo en todas las arterias del riñón, dificultando así la entrada de los antibióticos a la zona. De ahí el riesgo de absceso del riñón o incluso entrada de los gérmenes a la sangre y localización otros órganos (sepsis).
El agente causal más frecuente es un bacilo gram negativo (Escherichia coli). Existen factores que pueden agravar una pielonefritis aguda como son la diabetes y la insuficiencia renal. Los síntomas más frecuentes son: dolor en la espalda, fiebre alta, escalofríos, orina turbia, dolor o quemazón al orinar u orinar muy frecuentemente.
Generalmente un paciente con pielonefritis aguda, necesita ser ingresado en un hospital para poder administrar antibióticos directamente en la vena. Además de un análisis de orina para confirmar la infección, se realizará una ecografía para ver si existe obstrucción y dilatación de los conductos (hidronefrosis).
Si la fiebre es muy alta, se solicitarán cultivos de la sangre para saber si los gérmenes han pasado a ella (bacteriemia) lo que puede llevar a la aparición de sepsis. Si la infección no se trata o se trata insuficientemente, se puede producir una pielonefritis crónica, con la aparición de cicatrices y de daño definitivo de la función de ese riñón.
La prostatitis es la inflamación de la próstata. Esta es una glándula que tiene solo el hombre y que se encuentra por delante del recto (parte final del tubo digestivo) y justo debajo de la vejiga (donde se almacena la orina). La próstata normal es del tamaño de una nuez y su peso es de 20 gramos.
Por el interior de esta glándula pasa la uretra (tubo que lleva la orina desde la vejiga hasta la punta del pene). La próstata está formada por pequeños conductos y por músculo. Su función es producir unos líquidos que se unen al semen (líquido que transporta los espermatozoides producidos en el testículo). Durante el orgasmo (parte final del acto sexual) los músculos de la próstata expulsan líquido prostático a la uretra para que unido al semen salga al exterior durante la eyaculación.
1) Prostatitis aguda. Es producida por bacterias y como lo indica su nombre aparece bruscamente y se manifiesta por fiebre, escalofríos, dificultad y dolor al orinar. Es un cuadro severo que requiere el ingreso inmediato para inyectar antibióticos directamente en una vena.
2) Prostatitis crónica. También es producida por bacterias pero no se presenta bruscamente y los síntomas son menos intensos caracterizados por molestias debajo de los testículos o debajo del ombligo. Se asocia con infecciones de orina repetidas. El paciente no debe ser ingresado. Se trata con antibióticos por boca.
3) Prostatitis no infecciosa (prostatodinia). No es causada por bacterias y su causa es desconocida. Los antibióticos no son efectivos. La prostatitis no es contagiosa y no es considerada como enfermedad de transmisión sexual. No se conoce con certeza cuál es la causa por la que se produce la prostatitis. Las bacterias pueden ascender desde el exterior a través de las paredes de la uretra e infectar el tejido de la próstata.
Existen ciertas condiciones o procedimientos que aumentan el riesgo de contraer una prostatitis:
a) Colocación recientemente de algún instrumento por la uretra (sonda, cistoscopio, etc).
b) Realizar relaciones sexuales por vía anal.
c) Tener alguna anormalidad en el aparato urinario.
d) Haber tenido recientemente una infección de orina.
e) Tener la próstata grande (hiperplasia benigna de próstata).
Los síntomas de prostatitis dependerán del tipo de enfermedad que usted presente. Puede no sentir nada o presentar síntomas tan bruscos y severos que lo obliguen a acudir a un servicio de urgencia. Cuando hay síntomas, pueden ser cualquiera de los siguientes: fiebre, escalofríos (tiritonas), orinar muy frecuentemente durante el día o la noche, dificultad para orinar, quemazón al pasar la orina, dolor entre los testículos y el ano (periné), sangre en la orina (hematuria) o dolor durante la eyaculación. Los síntomas de prostatitis pueden simular los síntomas presentados por otras enfermedades de la próstata como la hiperplasia benigna de próstata o la uretritis (inflamación e infección de la uretra).
Para facilitar el diagnóstico de prostatitis el médico le realizará un tacto rectal (poner un dedo en el recto para informarse sobre el tamaño de la próstata, la consistencia, la presencia de dolor, nódulos duros sospechosos de tumor, inflamación o acúmulos de pus). Si su médico sospecha que usted tenga una prostatitis lo enviará a un urólogo para que confirme el diagnóstico. Cuando se sospecha una prostatitis se debe realizar un masaje de la próstata para recoger líquido producido en la glándula y estudiarlo con el microscopio para encontrar bacterias o leucocitos (signo indirecto de la presencia de infección) El tratamiento es diferente según el tipo de prostatitis que usted presente. Si usted tiene una prostatitis aguda seguramente necesitará ser ingresado para administrarle antibióticos directamente en una vena durante 2 o 3 días y al ser dado de alta deberá continuar con antibióticos por boca durante 2-3 semanas.
La prostatitis crónica necesitará antibióticos por un plazo de tiempo más prolongado y que oscila entre 4 y 12 semanas con lo que se consigue la desaparición del cuadro en aproximadamente el 60% de los casos. Para los casos que no responden a este tratamiento se necesitará tratamiento a bajas dosis durante más tiempo. Si usted presenta una prostatodinia, no necesita recibir antibióticos y según los síntomas que presente necesitará otros medicamentos como pueden ser los alfa bloqueantes (sustancias que relajan el músculo que se encuentra en la próstata por lo que se reduce la dificultad para orinar).
Los baños de asiento y la dieta pueden ayudarlo a mejorar sus síntomas. Aunque la prostatitis no favorece la aparición de cáncer, recuerde que después de los 50 años de edad usted debe ser controlado anualmente por un urólogo para detectar precozmente la aparición de un cáncer de próstata. En caso de que usted tenga familiares que hayan presentado un cáncer de próstata (padre, hermanos, abuelo, tíos) el control debe comenzar a los 40 años de edad tal como lo recomienda la Sociedad Norteamericana del Cáncer.
El epidídimo es un conducto (tubo) que se encuentra pegado al testículo cuya función es el transporte, almacenamiento y maduración de los espermatozoides producidos por los tubos seminíferos del testículo. El epidídimo se continúa con el deferente que transporta los espermatozoides hasta las vesículas seminales.
La epididimitis es la inflamación del epidídimo y generalmente está producida por una infección de la orina. Cuando un varón adulto presenta dolor e inflamación de un testículo, lo más probable es que tenga una epididimitis. Si esta dura más de 6 semanas se considera que es crónica. Si la infección es severa y se pasa al testículo se dice que es una orquiepididimitis.
Muchas veces el paciente tiene fiebre y raramente se puede producir un absceso (acúmulo de pus). Los gérmenes que producen la epididimitis son generalmente los mismos que producen las infecciones de orina. Una causa poco frecuente de epididimitis es la gonorrea. El tratamiento de la epididimitis se basa en antibióticos, reposos, suspensorio escrotal, antiinflamatorios orales y bolsa de hielo. Aunque la inflamación se hace en pocas horas, tarda varios días e incluso semanas en desaparecer
Como en todos los procedimientos quirúrgicos, existe un riesgo de complicaciones. El médico hará una completa valoración para saber si el procedimiento es apropiado para cada paciente. Sin embargo, en un pequeño porcentaje de casos, existe la posibilidad de convertir la cirugía laparoscópica en un procedimiento abierto convencional. Las razones que llevarían a la conversión de una cirugía laparoscópica en una cirugía abierta pueden ser:
1. Una complicación importante durante la intervención
2. Si la intervención no está procediendo como al cirujano tenía previsto que sucediera. Su cirujano comentará en detalle con usted los riesgos potenciales previamente a la cirugía.
Lun – Vie
09.00am – 05.00pm
Sábado
09.00am – 02.00pm
Domingo
Cerrado
En los niños, los síntomas de infección puede que no sean tan claros como en los adultos y en ocasiones sólo se manifiestan por irritabilidad, pérdida de apetito, fiebre o solamente presentar un aspecto de enfermo. Ante cualquiera de los síntomas mencionados se debería consultar a su médico de cabecera quien si lo considera oportuno lo enviará a un urólogo.
Los niños tienen un riesgo muy elevado de presentar daño en los riñones por las infecciones de orina, lo que puede llevar a un daño irreparable en la función del riñón que obligue a diálisis y trasplante de riñón. Las mujeres embarazadas son otro grupo que tiene mucho riesgo por el posible daño en los riñones de la madre y en la salud del bebé.
El primer y más importante examen es un análisis de la orina para confirmar que hay glóbulos rojos, blancos y gérmenes. Además se realizará un cultivo de la orina para conocer si los gérmenes se multiplican y si responden a los antibióticos. Se realizará además una radiografía simple para ver si hay piedras y una ecografía de los riñones para diagnosticar dilataciones de los conductos (hidronefrosis).
Si hay dilatación seguramente su urólogo realizará una urografía endovenosa para identificar el sitio de la obstrucción. Otro examen que se puede realizar si se han repetido muchas infecciones de orina es una cistoscopia (pasar un tubo con una luz a la vejiga que permite mirar en su interior con una lente).
El tratamiento es con antibióticos durante 4-5 días si es una infección simple y de 2-3 semanas si la infección es del riñón (pielonefritis aguda) o de la próstata (prostatitis aguda). El cultivo de la orina identificará el germen causante de la infección y el antibiograma indicará cuál es el antibiótico más apropiado.